miércoles, 12 de enero de 2011

Atados a las consecuencias

La sociedad, y por ende cada miembro que la compone, esta atado al futuro que prevé, siendo el futuro inexistente como tal, existiendo solo cuando es presente. Por eso podemos afirmar que el futuro, amigos míos, no existe.

Esta aseveración tan tajante y a la vez de naturaleza tan relativa, es, por un lado, consecuencia de las lagunas lógicas que tiene el lenguaje humano, pero también como decimos, la afirmación está dotado de tajante solidez, una vez revestida del convincente traje de lo racional, he aquí pues otro producto de la dialéctica.

Pero yendo al meollo de la cuestión, vemos la importancia y trasfondo de la cuestión del futuro, concepto temporal creado por los griegos denominado como kairós, para dar sustantividad a todo aquello que proyectaba su primigenia y efervescente civilización.

La cuestión, planteada en el contexto sociocultural de nuestro tiempo adquiere una importancia práctica que pocos parecen plantearse, pues:

¿cuál es la verdadera utilidad práctica de proyectar un futuro, que en muchos casos dista bastante de depender directamente de nosotros?

Dadas las actuales estructuras políticas, ideológicas y de control existentes puede decirse que hoy más que nunca, el hombre está encerrado dentro de la planificación estatal, el condicionamiento publicitario y mediático, y las estructuras sociales de costumbre y condicionamiento educativo, que a menudo aplana las verdaderas aspiraciones y talentos del hombre para poder integrarlo dentro de la comunidad social, esto es, junto al resto del rebaño.


Así, el hombre se vé incapacitado para determinar su propio destino, aún habiendose preocupado las estructuras de poder y condicionamiento, de dar una apariencia bastante creíble de libertad y autodeterminación que no son tales, lo que en parte evita el suicidio en masa, fenómeno frecuente en países de estructuras cuyo esqueleto es más visible, como la noruega, la finlandesa, la japonesa o la alemana, guiadas por la excelencia en el afán de
evolución y desarrollo, de eficacia a través de la tecnología, la organización y la ciencia.
Quizás esa escasez de libertad sea inherente a la naturaleza humana, que coartado por su capacidad intelectiva y medianamente previsora, limite con una visión del modo futuro
que dirige su criterio y razonamiento a la hora de actuar.

Pero lo cierto es que el futuro no existe, sino que el hombre lo construye con sus manos y su mente cada segundo, y ese ámbito temporal es sólo una forma de estabilizar nuestro frágil, inseguro y destructivo modo de vida, que me lleva a pensar que probablemente, y en concreto nuestro estilo de vida occidental no es el más adecuado, y del resto (oriental, africano, americano...) no están suficientemente desarrollados para hacernos una idea de la posibilidad de convivencia naturaleza-tecnología sosteniblemente, aunque bien cierto es que las perspectivas no son muy halagüeñas.


Y es que las próximas superpotencias que se están gestando y que en un breve espacio temporal serán una realidad, y su sed de tomar el relevo a las potencias tradicionalmente hegemónicas, les puede llevar a cometer desmanes incluso mayores que los cometidos por las que hasta ahora han llevado la voz cantante. En mi opinión, todavía es largo el camino que les queda por recorrer a las próximas potencias, las BRIC, para asegurar esa
proporcionalidad de crecimiento, estabilidad y seguridad que son los ingredientes necesarios para llevar las riendas del mundo y que este se deje domar,
cosa hasta ahora, nunca vista.

Pero en definitiva, esto es hablar del futuro y como hemos visto, éste en realidad no existe.

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